Conmemorar un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1973, el capítulo más sombrío y triste de nuestra historia que pone fin al sueño del pueblo de Chile, de lograr transformaciones políticas, económicas y sociales, que nos permitiera vivir en un país más inclusivo, más solidario; en resumen un país con más justicia social.
Este proceso comienza para todos nosotros, compartiendo el sueño del Presidente Salvador Allende Gossens. Figura señera que encarnó lo mejor de nuestro pueblo en su lucha por una sociedad mejor, libre del dominio de las transnacionales, del latifundio y de los monopolios, con una justa distribución de la riqueza y con la participación de cada chileno en la construcción de un futuro digno para las nuevas generaciones.
Esto nos llevó a hacernos parte y a trabajar por este sueño, que llevó al Presidente Allende a entregar su vida y transformarse en figura mundial del progreso, de la dignidad humana y de la consecuencia política.
La resistencia a estos cambios de la oligarquía provocó el desmoronamiento de las instituciones democráticas capitalistas que los chilenos habíamos preservado durante largo tiempo; representando una profunda regresión en nuestra forma de vivir.
Aun el derecho capitalista se convirtió en una palabra vacía. El régimen que encabezó Pinochet no dejó crimen por cometer; situación que se mantuvo en nuestro país desde 1973 hasta 1990 y que utilizando a las fuerzas armadas implementó una política genocida en contra del pueblo chileno y de sus luchas por recuperar la democracia. El presidente Allende, fue avasallado junto con todos aquellos que lo acompañaban en concretar el sueño de un nuevo ordenamiento social.
Queridas/os Compañeras/os, Salvador Allende, hombre promotor de la paz y de la justicia social, fiel a sus principios democráticos, intentó por primera vez en la historia de la humanidad llevar a cabo la revolución a través de un proceso de cambios por la vía pacífica; transitando por las vías legales ofrecidas por el sistema burgués. En este esfuerzo encontró la comprensión, el apoyo y la simpatía de todo el mundo; menos por supuesto de quienes veían amenazados sus intereses y privilegios.
Consumada la victoria electoral en las urnas, la Unidad Popular representada por nuestro querido compañero Presidente Salvador Allende, gobernó en base a un programa social y político que contenía importantes medidas para responder a las necesidades sociales y políticas más urgentes y sentidas de un pueblo que hasta allí no había sido escuchado en sus demandas.
Desde el mismo momento en que Salvador Allende es elegido, inclusive antes que asumiera el gobierno, comenzaron las maniobras conspirativas de los sectores más reaccionarios de nuestro país, para evitar que asumiera su cargo como Presidente de Chile, elegido por el voto popular. No escatimaron esfuerzos, llegando inclusive al extremo de asesinar al General René Schneider, Comandante en Jefe del Ejército.
La profundización de la reforma agraria hizo que los grandes terratenientes y latifundistas reaccionen saboteando la producción agrícola. Por su parte, los propietarios de los centros de producción y distribución, se hicieron parte de las actividades de sabotaje, mediante el acaparamiento de las mercancías provocando en forma artificial la escasez de los alimentos básicos.
La nacionalización del cobre fue una estocada en pleno corazón al imperialismo; quienes intensificaron su tarea de asfixiar la economía de nuestro país. Esta medida fue a nuestro juicio la que selló la decisión de acabar con esta “experiencia de justicia social, democratizadora” que estaba sirviendo de muy mal ejemplo a los demás países de Latinoamérica y del mundo; demostrando que se puede llegar a una sociedad más justa; haciendo transformaciones profundas, para ello utilizando los espacios que ofrecía la propia sociedad burguesa.
Los casi tres años de Gobierno de la Unidad Popular fueron años de intensa lucha, de ir superando dificultades para poder llevar a cabo el programa propuesto al pueblo de Chile en la campaña electoral de 1969.
En estos casi tres años le quedaba claro al pueblo de Chile, especialmente a los obreros y campesinos, a los jóvenes, a las mujeres, a los intelectuales progresistas, que por primera vez en la presidencia teníamos un genuino representante de los trabajadores, de los pobres, de los sin voz, un representante del universo progresista y revolucionario de nuestra nación.
El presidente Allende estaba consciente de las dificultades y de los peligros que acechaban al proceso, al pueblo y a él como máximo representante de este. Palpando el renacer del fascismo, encarnado en cada una de las acciones de conspiración y sabotaje impidiendo su gestión, solo le restaba la voluntad de defender el proceso con su propia vida.
Pocos hombres como él han sido capaces de encarnar los sueños y esperanzas de los más desposeídos de nuestra patria. Nadie como él hizo suyo el sentir de los trabajadores en sus ansias por más justicia social y por más dignidad.
Él fue un líder, que se formó al calor de las luchas sociales, y que a lo largo de su existencia construyó un vínculo profundo de cercanía y pertenencia con su pueblo, al extremo de ofrendar su vida por él. Y así lo enunció el fatídico 11 de septiembre de 1973, diciendo: “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo,” y así sucedió.
Salvador Allende fue una persona capaz de aglutinar y hegemonizar esperanzas y sueños, ya que el pueblo confiaba en él. Esa confianza radicaba en la firmeza, convicción y pasión, con la que sustentaba sus ideas y valores surgidos de su auténtico compromiso.
Salvador Allende fue capaz de develar de manera muy clara la diferencia entre los que pretendían detener la rueda de la historia y los que empapados de esperanzas y sueños pretendían empujarla y conducirla. No existe una persona más relevante en la historia de Chile que Salvador Allende y debemos tener claro que él no representa el pasado, el representa presente y futuro. Cuando observamos la deshumanización impuesta por el capitalismo salvaje, y la globalización con sus nefastas consecuencias en el ámbito político, ecológico, moral y social, nos queda claro que sus ideas cobran hoy más vigencia que nunca.
Hoy cuando vemos la forma en que se hace política, la falta de idealismos, la relativización de principios y valores, la falta de consecuencia de lo que se dice con lo que se hace. Cuando todo vale para trepar política, económica y socialmente. Cuando los cargos de representación política no se ganan con compromiso, con trabajo social, se reparten en forma cupular de acuerdo a intereses de baja monta. Cuando en las campañas se ganan votos ofreciendo programas que posteriormente se ignoran, la figura de Salvador Allende, se alza como un águila en vuelo, quedando a la vista la calidad humana de este ser excepcional.
Querido compañero Presidente, hoy muchos de tus seguidores de antaño, quienes a espaldas del pueblo, negociaron, consensuaron, y relativizaron nuestros principios y valores, se avergüenzan de su pasado tratando de mimetizarlo con discursos pseudo-democráticos y revolucionarios. Ellos pronuncian tu nombre en voz baja y sólo en privado. Queremos decirte que la gran mayoría de los que te acompañamos en ese hermoso sueño de una patria más justa, más humana, nos sentimos orgullosos de lo que compartimos independientemente de lo doloroso que pudo haber sido, el precio que tuvimos que pagar por nuestra consecuencia.
Queridas/os compañeras/os, hoy observamos la crítica situación política que se vive en nuestro país, en la que se evidencia una absoluta connivencia entre los “representantes” elegidos con el voto popular con los dueños de Chile, impulsando una profunda desafección de una creciente mayoría de la población con este sistema político y social, corrupto y autoritario, que sólo beneficia a una pequeña parte de nuestra sociedad. Esto ha provocado la pérdida de su legitimidad ante la ciudadanía. Esperamos que en la medida en que se vaya potenciado y masificando el sentimiento popular en contra del sistema, surgirán nuevos líderes y alternativas que conquisten cambios profundos.
Para ello nuestro compromiso de seguir luchando, “hasta que se abran las grandes alamedas por donde pasen el hombre y la mujer libres, con derecho a educación gratuita, con derecho a un trabajo digno con un sueldo justo, con un sistema de salud y de previsión que termine con el abuso como forma de relacionarse.
Queridas/os compañeras/os, queda mucho por hacer queda mucho por lograr. Tenemos confianza en que algún día forjaremos con nuestro trabajo y el de nuevas generaciones las condiciones para transformar este país, en un país más justo, así como tú lo soñaste, donde se ponga como centro de su quehacer al ser humano y no al capital.
¡Honor y gloria para todos nuestros héroes y mártires!
¡Honor y gloria para Salvador Allende!
¡Arriba los que luchan!
¡Venceremos!
Nelly Cárcamo Vargas
Presidente Nacional de la UNExPP de Chile
Osorno, 11 de septiembre de 2017.
Sí, ¡Honor y gloria para Salvador Allende!
Valech I: El secreto que resguardan Chile Vamos y la Nueva Mayoría.
¿Quién es la mujer que supuestamente le pidió a Ricardo Lagos mantener en secreto los testimonios de víctimas de tortura? La explicación dada por Ricardo Lagos en reiteradas ocasiones es que una mujer de avanzada de edad, que habría declarado en la Comisión, se le acercó personalmente para indicarle que no quería que sus nietos conocieran los horrores que ella sufrió. Nunca se ha entregado el más mínimo detalle de quién era esa mujer, la que para el ex presidente representaba la voz de más de 27 mil personas, motivo suficiente -bajo su criterio- para decretar el secreto. Fue en noviembre de 2004, tras recibir el informe final elaborado por la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, más conocida como ‘Comisión Valech I’, detalló que; la reparación más adecuada era una pensión de 112 mil pesos mensuales, esto fue establecido por el Poder Ejecutivo en aquella época con el secreto vigente hasta el año 2054.
El trasfondo del ocultamiento es distinto a lo mencionado por el ex mandatario. Luego que la comisión terminara de recopilar los testimonios, el gobierno de aquel entonces coordinó una serie de reuniones con el alto mando de las Fuerzas Armadas. Uno de los participantes de estas conversaciones, que eran coordinadas por el Ministerio de Defensa, habría sido el entonces comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre. Cabe destacar que en el período en que el Ministerio de Defensa coordinó las reuniones para fijar la cláusula de silencio, Michelle Bachelet era la titular de dicha cartera.
Pese a que en la Cámara de Diputados el proyecto ya fue aprobado, dicha reunión logró incluir una indicación que permite que las Fuerzas Armadas sigan custodiando los documentos, entregando al Archivo Nacional solamente los que “no requieran guardar ellos”.
La política del secretismo sigue aún vigente y con ello, la carencia de justicia y reparación acorde con los estándares internacionales. Hasta ahora, lo que queda claro es que Chile avanza a paso raudo para recibir una condena del CIDH por la negación de la verdad, mientras, distintas agrupaciones siguen, a 27 años de terminada formalmente la Dictadura, luchando por lograr toda la verdad y obtener justicia.
Fraternal saludo.
¡Venceremos!