Para los ex PP no es fácil volver a creer en promesas de la Concertación. Demasiado fresco está el recuerdo de todas las promesas incumplidas por el Gobierno de Michelle Bachelet en orden a legislar para superar las deficiencias de la ley Valech de Reparación por Prisión Política y Tortura. También están en la mente la falta de voluntad para movilizar al país tras la ratificación de los tratados sobre DD HH pendientes o para anular la auto amnistía de los militares o para incorporar la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad mediante la modificación de los Arts. 93 y 103 del Código Penal.
Durante los últimos cuatro años los trabajadores fueron testigos de la falta de apoyo de la coalición de Gobierno para “empujar una agenda de reforma laboral como al propuesta por la Central Unitaria de Trabajadores”, de su falta de voluntad para “fortalecer la protección frente al despido” o para “fomentar una política salarial que establezca como objetivo el salario ético para todas y todos los chilenos.”, como dice la carta firmada por Carolina Toha – la misma que operó para aprobar el INDH pero que nada hizo para enviar al Parlamento el proyecto de Reparación prometido – en el punto quinto de la oferta a la izquierda ex extraparlamentaria -.
Pocas expectativas tendrá el pueblo Mapuche, cuyas reivindicaciones ancestrales no forman parte del compromiso de la Concertación, salvo en que tratarán de anular la ley antiterrorista. Tampoco la tienen, los profesores con su deuda histórica, ni los pescadores artesanales que ven depredado y contaminado el mar que les da el sustento. Tampoco tiene esperanza el pueblo chileno de recuperar su independencia económica para el desarrollo social, nacionalizando el cobre que está en manos privadas, o chilenizándolo como lo hizo Frei padre o, al menos, aplicándole un royalty digno. Nada, sólo promesa de que las cosas seguirán como están, que es precisamente lo que los chilenos del 26 % no quieren.
Es poco razonable creer que la promesa de cumplir doce puntos será respetada más que la de cinco puntos hecha por Bachelet hace cuatro años atrás.
Como agravante a este panorama se cuenta con el currículo del propio candidato, empresario de la gran burguesía, que ya fuera presidente durante largos seis años, en cuyo periodo se privatizó el agua, rescató a Pinochet de Londres, le dio paso al proyecto Pascua Lama y jamás recibió a los familiares de las víctimas de la dictadura ni reconoció la existencia de los sobrevivientes a la Tortura.
Estas convicciones del mundo de los DD HH y de los Trabajadores no pueden ser leídas mecánicamente como abono al advenimiento de un Gobierno de la derecha. Sólo es la constatación de que no hay confianza en una coalición que ha hecho gala de arrogancia e insensibilidad frente a los problemas sociales. Esa arrogancia y la política del cogobierno, en un parlamento binominal que le resultaba cómodo hasta dos años atrás, es lo que ha venido pavimentando el camino de la derecha a la toma total del poder dentro del Estado. Esta crisis histórica de los administradores del modelo neoliberal no es culpa ni responsabilidad del Pueblo chileno.
Vistas así las cosas las señales están siendo direccionadas de un modo equivocado. No es el mundo progresista (ni el de izquierda) el que tiene que apoyar el mal menor o declarar apoyos incondicionales a la Concertación. Por el contrario es ésta la que tiene que convencer, a quienes no la apoyamos en primera vuelta, que hay razones nuevas para cambiar de opinión. Las promesas NO son razones nuevas, de eso no hay dudas.
Los ex PP plantearon al candidato Eduardo Frei una plataforma de acciones inmediatas que el gobierno actual puede realizar para dar señales concretas y creíbles de su nueva voluntad. Es de esperar que responda por lo menos para hacer el diálogo.
Esta es una matriz que se puede aplicar en todos los frentes y que se justifica plenamente en cualquiera de los dos escenarios; con Frei o sin Frei. Si triunfa el acuerdo democrático los pasos dados antes de la segunda vuelta serán el preludio del cumplimiento de los doce puntos. Si ocurre lo que ningún demócrata en Chile quiere, tendremos un piso más alto para defender los intereses sociales de la voracidad del capital financiero especulativo.
Algunos temas que pueden ser objeto de acciones inmediatas de La Moneda, y contemplados en los doce puntos de la oferta, son:
* Incrementar los recursos aportados por el Estado al Sistema Público de Salud.
* Enviar al Parlamento un proyecto de reforma laboral aprobado por la CUT.
* Enviar proyecto de ley para subir el salario mínimo a un valor ético.
* Fondos públicos y publicidad estatal para los medios de comunicación independientes.
* Eliminar el descuento del 7 % de salud en las pensiones de los jubilados.
* Poner suma urgencia a los proyectos de ley sobre DD HH.
* Enviar el proyecto de Nueva Ley de Reparación por Prisión Política y Tortura.
* Apurar la ley de cuotas para facilitar la participación política de las mujeres.
Muchas organizaciones sociales tienen clara convicción, entre ellas las de ex PP del Secretariado Nacional, de que no apoyarán jamás a la derecha, pero tampoco quieren la continuidad de una coalición que ha gobernado por veinte años para llegar a este estado de cosas.
Esta elección que se avecina, si estamos de acuerdo en que la segunda vuelta es una nueva elección, es a tres bandas: Frei; Piñera y Ninguna de las anteriores. Todo depende de la voluntad de cambio real de quienes recibieron el poder de manos del dictador, bajo la supervisión del imperialismo, pero a lomo de la movilización, de la rebelión y de la sangre de los hijos del Pueblo.
HÉCTOR CATALDO
PRESIDENTE NACIONAL
ANEXPP – CHILE