No son 30 pesos, son 30 años, reza la consigna. Pero, en realidad son 46 años de soportar el atropello SISTEMÁTICO de los derechos humanos, sociales, laborales, políticos y ambientales. Lo real, lo concreto, es que la dictadura nunca cesó. Podríamos dividir estos 46 años en tres etapas. La primera, una dictadura que requería la aplicación de una política de terrorismo de estado para poder desbaratar la implementación de un proceso revolucionario liderado por Salvador Allende, dentro de la institucionalidad capitalista, aprovechando los escasos espacios ofrecidos por esta. Para, inmediatamente después de esto, instalar un sistema neoliberal.
La segunda etapa, la instalación de civiles en el Gobierno, que se encargarían de dar un aspecto más “civilizado” al sistema. Estos civiles lo legitimarían y lo profundizarían, con las consecuencias conocidas por todos/as. Sometieron durante décadas a las grandes mayorías, a sueldos miserables, trabajos precarios, salud de indigencia, pensiones inhumanas, a una educación sesgada de mala calidad, a permanentes abusos de las grandes empresas, y a vivir en zonas de sacrificio. Igualmente el pueblo tuvo que ver cómo actos descarados de corrupción de la elite quedaban impune, contrastando con la dureza de la justicia cuando se trata de personas que no son parte de ella, y un largo etcétera.
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