Desde el 18 de octubre, nuestro país, el supuesto “oasis” social y económico del que alardeaba el Presidente Piñera, se ha visto alterado por un sin número de hechos turbulentos protagonizados tanto por la revuelta social, como por la pandemia del covid-19 que asola el planeta. Estos eventos han marcado un punto de inflexión, un antes y un después, en la rutina de nuestras vidas.
La respuesta desesperada del oficialismo y de la oposición a estos hechos fue, primero, “El Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución”, acuerdo tomado entre ellos, sin la participación de los/as descontentos/as y una represión brutal y descontrolada, que ha significado miles de nuevas víctimas de atropellos a sus derechos humanos. En tanto, la respuesta a la pandemia ha sido ejercer control de la población por parte del estado, con diversos niveles de cuarentenas, sistemas de trazabilidad que pueden ser convertidos en trazabilidad política, y toques de queda. Los militares fueron mandados por el gobierno a fiscalizar el movimiento de la población junto a Carabineros, siempre portando sendas metralletas de guerra.
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